lunes, 26 de enero de 2015

Palacio Real

Palacio Real


El Palacio Real se asienta sobre el solar del antiguo Alcázar de Madrid, fortaleza medieval convertida en suntuoso palacio por Juan II, Carlos V y Felipe II, que lo convirtió desde 1561 en la residencia oficial de los reyes de España. El Alcázar, decorado espléndidamente por Felipe II y Felipe IV para cuya tarea  empleó a Velázquez, fue destruido por un incendio en la Nochebuena de 1734.

Felipe V decidió construir entonces el nuevo Palacio Real, empleando al mejor arquitecto europeo de su tiempo, Filippo Juvarra. Cuando este murió en 1736 fue su discípulo Giambattista Sacchetti quien se encargó de realizar una adaptación de su grandioso proyecto. Todo el edificio está formado por bóvedas sin madera en la estructura y con muchas plantas, para que tuvieran cabida todas las oficinas del gobierno, los oficios de la Real Casa y los servidores.

La primera piedra se puso en 1738 y la construcción no se acabó hasta 1751, aunque hasta 1759 prosiguieron tanto la decoración escultórica del entorno como las “obras exteriores”, siempre bajo la dirección de Sacchetti. Sin embargo, la realización de su proyecto sufrió por continuos replanteamientos y fue alterada por Francisco Sabatini, arquitecto de Carlos III, el primer monarca que habitó en el Palacio Real donde se instaló en 1764.

Carlos III, que ya contaba con Corrado Giaquinto como pintor de la Corte cuando llegó a Madrid en 1760, decidió llamar a los otros dos pintores de mayor fama en Italia –y por tanto en Europa- para la decoración de su residencia: el veneciano Giambattista Tiepolo y el alemán, de formación romana, Antonio Rafael Mengs, su primer pintor de cámara. La sucesión de frescos pintados por estos maestros en las principales salas, y por sus discípulos españoles en las demás, constituye una de las características más importantes de esta residencia donde Carlos III y Carlos IV vivían solo ocho semanas al año: en diciembre, Semana Santa y parte de julio.

El cuarto del rey Carlos III, que abarca los aposentos de este soberano ilustrado, conserva toda la decoración fija dirigida por Sabatini, uniforme en toda la planta principal: puertas y ventanas de caoba maciza; ricos mármoles españoles en embocaduras y frisos; estucos y frescos en las bóvedas. En el siglo XVIII, además, las paredes del palacio quedaban completamente cubiertas por los mejores cuadros de la Colección Real.

El Salón del Trono y la Cámara llamada de Gasparini constituyen los conjuntos más representativos del gusto de Carlos III, apegado al estilo rococó en su versión italiana más exuberante. A Carlos IV se deben importantes conjuntos neoclásicos y piezas de mobiliario francés y a Fernando VII, la apabullante colección de arañas francesas en bronce y cristal. La última renovación decorativa a la que responde el estado histórico actual de la decoración se debe a Alfonso XII en 1879.

A lo largo de la fachada de Oriente se extienden los aposentos de Carlos IV y María Luisa, donde han habitado los sucesivos soberanos hasta 1931. Estas salas son utilizadas habitualmente por S.M. el Rey para sus audiencias, pues el Palacio Real de Madrid continúa siendo la residencia oficial del Rey de España.

La Real Armería, la más importante colección europea junto con la de Viena, ambas debidas a los Habsburgo, fue instalada junto al Alcázar por Felipe II y transferida al pabellón actual en 1891. También a Felipe II se debe la creación del Parque de Palacio, llamado Campo del Moro.


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