sábado, 31 de enero de 2015

Cava de San Miguel y Arco de Cuchilleros


Cava de San Miguel y Arco de Cuchilleros

Entre 1617 y 1619 el maestro de obras Juan Gómez de Mora proyectó y dirigió las obras del cerramiento rectangular de la Plaza Mayor y las trazas de su caserío, consiguiendo un espacio de representación adecuado para el Madrid cortesano de Felipe III.

Estas obras afectaron a parte del caserío de las manzanas de casas de los alrededores de la plaza, como a la manzana número 168 que cierra la plaza Mayor por su lado oeste y forma actualmente los números impares de la Cava de San Miguel. Para compensar el gran desnivel de esta manzana hubo que remodelar casi la totalidad de su caserío, construyéndose los sótanos que dan a la plaza y las plantas bajas que dan a la cava con una superposición de pisos abovedados. A su vez, dicho desnivel obligó a incrementar la altura de los edificios en tres plantas más, alcanzando una altura total de ocho plantas, algo sorprendente para las edificaciones de la época.


A raíz del incendio que sufrió la plaza Mayor en 1790, que arrasó la tercera parte del caserío, el arquitecto Juan de Villanueva se encargó de su reconstrucción consiguiendo una nueva relación de integración entre la plaza y su espacio circundante, al quedar completamente cerrada y nivelada en altura. La altura del caserío, que afectó a las casas de la manzana de la Cava de San Miguel, perdió dos plantas pues todo el conjunto debía tener la misma altura que la Casa de la Panadería.

La construcción de este arco esta relacionada con la reconstrucción y el cierre de la antigua Plaza Mayor por el arquitecto Juan de Villanueva, después del incendio ocurrido en el verano de 1790. Con esta reforma, la antigua plaza que construyera Juan Gómez de Mora, entre 1617 y 1619, no perdió su configuración rectangular, pero por medio de un sistema de arcadas se consiguió cerrar este recinto urbano y se rebajó la altura del caserío para homogeneizarlo con la que tenía la Casa de la Panadería, que se salvo de las llamas.

Una de estas arcadas, la que daba acceso a la plaza por el extremo sur occidental, es el Arco de Cuchilleros, llamado así porque en el caserío de sus alrededores, a la entrada y a ambos lados de la escalinata que lo precede, estuvieron ubicados los talleres del gremio de cuchilleros y espaderos, pues tenían como una de sus finalidades suministrar sus productos a las carnicerías establecidas en la Plaza Mayor.

La singularidad de este lugar se acrecienta con las trazas de las edificaciones aledañas, construidas la mayoría de ellas en el siglo XVII con el característico zócalo en piedra berroqueña, los lienzos de la fachada con gruesos muros de ladrillos y los huecos de las ventanas engalanados con rejerías y balconadas de hierro forjado.

Sorprende mucho al espectador los seis pisos de altura de algunas de estas edificaciones, pero más sorprendería si todavía se conservaran las ocho plantas con que originalmente se construyeron y que fueron rebajadas tras la reforma de Villanueva. Esta excepcional altura se debe al desnivel que existe entre la plaza y la Cava de San Miguel.

El Arco de Cuchilleros, cuya denominación oficial es calle de la Escalerilla de Piedra, llamado así porque en el caserío de sus alrededores, a la entrada y a ambos lados de la escalinata que lo precede, estuvieron ubicados los talleres del gremio de cuchilleros y espaderos, pues tenían como una de sus finalidades suministrar sus productos a las carnicerías establecidas en la Plaza Mayor.

Otro de los aspectos que convierten a este lugar en uno de los cuadros más pintorescos de la ciudad son sus concurridos mesones, herencia de los bodegones, tabernas y hosterías del antiguo Madrid.

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