La construcción de este arco esta relacionada con la reconstrucción y el cierre de la antigua Plaza Mayor por el arquitecto Juan de Villanueva, después del incendio ocurrido en el verano de 1790. Con esta reforma, la antigua plaza que construyera Juan Gómez de Mora, entre 1617 y 1619, no perdió su configuración rectangular, pero por medio de un sistema de arcadas se consiguió cerrar este recinto urbano y se rebajó la altura del caserío para homogeneizarlo con la que tenía la Casa de la Panadería, que se salvo de las llamas.
La singularidad de este lugar se acrecienta con las trazas de las edificaciones aledañas, construidas la mayoría de ellas en el siglo XVII con el característico zócalo en piedra berroqueña, los lienzos de la fachada con gruesos muros de ladrillos y los huecos de las ventanas engalanados con rejerías y balconadas de hierro forjado.
Sorprende mucho al espectador los seis pisos de altura de algunas de estas edificaciones, pero más sorprendería si todavía se conservaran las ocho plantas con que originalmente se construyeron y que fueron rebajadas tras la reforma de Villanueva. Esta excepcional altura se debe al desnivel que existe entre la plaza y la Cava de San Miguel.
Otro de los aspectos que convierten a este lugar en uno de los cuadros más pintorescos de la ciudad son sus concurridos mesones, herencia de los bodegones, tabernas y hosterías del antiguo Madrid.
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